UNEXPECTED GUEST (1947)

Títulos en español:
- GALOPE TENDIDO, A (México)

Dirigida por:
George Archainbaud
Protagonizada por:
William Boyd
Andy Clyde
Rand Brooks
Una O'Connor
John Parrish
Estudios: Hopalong Cassidy (Prod.) United Artists (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 28 de Marzo de 1947
Duración: 61'
Series: Hopalong Cassidy (filmografía)
Género: Western

Reseña crítica:  A medida que William Boyd fue haciéndose más veterano, sus guionistas se tuvieron que esmerar para fabricar aventuras que no le requirieran tanto movimiento. En la búsqueda de achicar el despliegue de acción sin achicar la propuesta cinematográfica, alguien habrá sugerido la cruza de géneros. Y como el subgénero de casas encantadas era ya un cliché presupuestariamente accesible (solo se requiere un buen interior y, claro está, un buen guión), UNEXPECTED GUEST implicó ese necesario crossover.  
  Ya en los primeros cinco minutos de metraje, Hopalong, Lucky (Rand Brooks) y California (Andy Clyde), son atacados a los tiros por un encapuchado que acecha desde las rocas. Antes que puedan ingresar bajo techo – ambiente obligatorio donde transcurre todo whodunit – se presenta la ama de llaves (Una O’Connor, un acierto del cásting), hay algunos pasos de comedia entre Andy Clyde y Earl Hodgins, y Hoppy escucha a un par de personajes tramando cerca de un cementerio. Luego aparecen el típico abogado (John Parrish) y los diferentes parientes ninguno de los cuales manifiesta gran simpatía salvo la dulce dama en apuros Ruth (Patricia Tate) que, a diferencia de la versión oficial de suicidio, cree que su tío fue asesinado. La lectura del testamento toma un instante: el finado deja la propiedad a los siete herederos. Y como es habitual para este tipo de misterios, se establece una “tontina”. La tontina es una cláusula que establece que, ante la desaparición física de uno de los herederos, los bienes se han de dividir entre los sobrevivientes. No hace falta ser muy mal pensado – y de hecho quien lo observa es el propio Hoppy – para entender que esa cláusula es una gran tentación al asesinato. De morir uno, el patrimonio ya no se reparte entre siete sino entre seis, “luego cinco, tres e incluso uno”... tras semejante comentario, un viento apaga las velas y al volverlas a prender, uno de los herederos (Joel Friedkin) ha sido muerto de un balazo.  
  Será el comienzo de una bien salpimentada serie de portentos: que el cadáver desaparece, que de una estatua del cementerio se escuchan voces comandantes, que la heroína cae en un foso en medio del desierto, que un personaje desaparece tras un pasadizo secreto, hasta una cabeza de búfalo que dispara... son todos los ingredientes del terror y el misterio, combinados con algunas dosis menores de disparos y desierto. Desde un principio sabemos que el veterano realizador George Archainbaud, con tres décadas de incesante carrera, no tiene fama de otra cosa que destajismo puro. Aún así, la pelea final entre Hoppy y el encapuchado es toda una perlita: tiene lugar en un sótano surcado por sombras rectangulares y la cámara está plantada en ángulos insólitos. De esta manera los dobles de riesgo aportan algo de emoción y, a la vez, se consigue lo más parecido a expresionismo que se pueda encontrar en un western de la posguerra. Si a esto sumamos un ritmo sostenido y una revelación de la identidad del encapuchado que ofrece moderada sorpresa, cuando el film culmina con la habitual carcajada campechana de Hoppy camino al horizonte con sus dos laderos, el espectador sabe que por tan poco no se puede pedir más. [Cinefania.com]
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