Reseña crítica: ¿Quién es el llamado "Ladrón Caballero"? Mientras el inspector de Scotland Yard McKenzie (Dudley Digges) se devana las neuronas tratando de figurárselo junto a su superior (Gilbert Emery), el espectador se entera que se trata de A.J. Raffles (David Niven), un famoso jugador de cricket que lleva a cabo robos maestros para mantener su oneroso estilo de vida. Como criminal, Raffles es uno muy particular. Se arriesga a sustraer una pintura muy valiosa de un museo para entregársela a una anciana (Margaret Seddon) que necesitaba el dinero de la recompensa. También roba una pulsera de brillantes de una joyería y, cuando se enamora de Gwen Manders (Olivia de Havilland), la envía por correo a Scotland Yard decidiendo abjurar de sus fechorías y reformarse, todo con sus debidas notitas manuscritas y firmadas con su simpático seudónimo. Como el hermano de Gwen, Bunny (Douglas Walton), está acogotado por una deuda de mil libras, Raffles le ofrece darle una mano... de guante blanco. Una de las pistas de McKenzie, un número de teléfono escrito en un atado de cigarrillos vacío, lo conduce a la casa de campo de Lord Melrose (Lionel Pape), donde Raffles pasa el fin de semana junto a Bunny, Gwen y un séquito de ingleses flemáticos que juegan cricket y se divierten entre copas. Por su parte, el malviviente Crawshay (Peter Godfrey) planifica con su amante la mucama (Hilda Plowright) robar la invaluable gargantilla de Lady Melrose (la simpática Dame May Whitty). Cuando Raffles se da cuenta que se avecina el golpe, estando también a la expectativa de la pieza, trata de aprovechar la ocasión para ver si tiene algo de validez el dicho de "ladrón que roba a ladrón..." Crawshay es aprehendido y, debido a un reloj pulsera, reconoce a Raffles como el invitado que le quitó el botín, dirigiéndole unas amenazadoras verba. Lógicamente McKenzie observa conductas, reacciones, miradas, titubeos y no le cuesta atar cabos, así que manda a vigilar el apartamento de Raffles y elabora una estratagema: en Londres, dejará en libertad condicional a Crawshay en espera que confronte a Raffles por la pieza robada. El último rollo, con el juego de gato y ratón entre Raffles, McKenzie y Gwen está calcado escena por escena de la versión previa con Ronald Colman - de hecho, la trama se basa en el guión de Sidney Howard para ese film - y no aporta casi nada novedoso. Lo valioso son las mejoras de algunas inconsistencias del desarrollo narrativo que tienden a simplificar aún más el cuadro: aquí Gwen no es hija de Lord Melrose sino hermana de Bunny - lo que anula cualquier interés romántico del leal amigo de Raffles - y Raffles no tiene otra aspiración que la de abandonar su ilícito hobby. Diálogos chispeantes, el buen ritmo narrativo del veterano realizador Sam Wood y la química entre David Niven y Olivia de Havilland (con la perlita del paseo en coche guiado por el simpático peladito de Laurel & Hardy, James Finlayson), aportan entretenimiento superficial para amas de casa y jovencitas románticas. [Cinefania.com]
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