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J ELWOOD ELSINORE, GENIO INCOMPRENDIDO
Así comienza El hombre que se desmayaba los
domingos, la primera película del director norteamericano J Elwood Elsinore. Además de la
primera cámara subjetiva que adopta la perspectiva de un pájaro, la película
tiene otras razones para ser especialmente recordada: es el primer filme en el
que se usó una minicámara, disimulada en una de las
tostadas de un desayuno americano, y el primer filme en el que un actor se
traga una minicámara por accidente.
Éstos y otros bizarros galardones hacen de J Elwood Elsinore una figura única
en la historia del cine. Acerquemos un poco la lente a su recuerdo, antes que
termine de perderse detrás del horizonte del olvido.
Sabemos que J Elwood Elsinore nació en la zona rural de Alabama en 1939. Poco
más conocemos de esos datos que suelen obstruir los primeros renglones de toda
biografía: ni siquiera sabemos si
En 1956 lo encontramos desafiando a Ernest Hemingway a pelear tres rounds de boxeo y a beberse tres botellas de Bacardi. En 1957, al salir del hospital, decide estudiar cine. Hay quienes buscaron establecer una relación causal entre estos dos acontecimientos; son las mismas personas que no pueden garabatear una biografía si no hay en ella un momento en el que el sujeto tiene la revelación de quién es. Tal vez ni siquiera Elsinore sabía por qué eligió estudiar cine, y en el fondo no tiene ninguna importancia.
Elsinore estudió cine en Los Ángeles, donde conoció a Jim Morrison, Francis Ford Coppola y George Lucas. También conoció a Jacques Delutault,
un canadiense que después fue chofer de autobuses en Montreal, hecho
obstinadamente ignorado por todos y cada uno de los biógrafos de Elsinore, quienes sin embargo apenas pueden resistir la
tentación de mencionar su amistad con Morrison, Coppola y Lucas.
En 1966 se afilia al pequeño Partido Comunista
norteamericano. En 1967 filma sus primeros cortometrajes. En realidad, se trata
de largometrajes que debieron reformularse por problemas financieros (una
constante en la vida de Elsinore). El primero es Karamazov el hijo único. Es de lo peor de la
obra de Elsinore: sus agujeros argumentales lo hacen poco menos que incomprensible. El segundo es Drácula; dura poco
más de cuatro minutos, y es recordado por los cinéfilos de todo el mundo porque
el malvado conde retrocede ante la visión de una hoz y un martillo, en vez de
un crucifijo.
En 1968 es expulsado del pequeño Partido Comunista
norteamericano. También ese año obtiene los fondos necesarios para filmar su
primer largometraje, el citado El hombre que se desmayaba los domingos. El dinero fue aportado por Hugh Hefner,
el magnate de Playboy. La línea argumental no
era muy novedosa pero era atractiva y eficaz: un grupo de científicos al
servicio del Pentágono intenta crear un superhombre que pueda servir como
soldado en las guerras del futuro; el jefe del equipo de científicos se
compadece del destino del pobre Frankenstein y
lo deja huir; el Ejército norteamericano sale a cazarlo; el monstruo es
acorralado y muerto, no sin antes sembrar la destrucción a su paso. Pero Hefner intervino e hizo que el argumento, que orillaba la
ciencia-ficción y bordeaba el cine de terror, se desbarrancara en los abismos
de la pornografía: por voluntad de Hefner, el
superhombre deviene supermujer; el monstruo (rubia, alta, 98-64-98), debido a un
defecto metabólico producido por una falla en el proceso de su creación, morirá si
no mantiene decenas de relaciones sexuales cada día, ya sea con hombres,
mujeres o animales, con un partenaire a la vez o (preferentemente) con
varios. Elsinore no quiso transar y abandonó el
proyecto a las pocas semanas de filmación. No pudo evitar que su nombre
figurara en la ficha técnica como director (junto al del mecenas). Hefner ni siquiera cambió el título original.
El genio visual que Elsinore demuestra en la película no pasó desapercibido: la crudeza de algunas escenas
seguramente influyó en los dos cortos que filmaran John Lennon y Yoko Ono por esa misma época: Violación y, especialmente, Autorretrato (aquel estudio, de cuarenta y pico minutos de duración, del
pene de John en erección parcial y total).
En 1970, Elsinore decide
filmar el asesinato de Abraham Lincoln. Como hacer una película de época era
demasiado para la financiación que disponía, se vio obligado a adaptar la trama
al vestuario y las locaciones que podía conseguir. En Los últimos días de
Lincoln, entonces, se ve un curioso desfile de legionarios romanos que
manejan taxis neoyorquinos en vez de carruajes, enanitos verdes con uniforme de
soldados confederados y mohicanos armados con AK-
En 1971, los pertinaces problemas financieros vuelven
a hacer que dos de sus proyectos, nacidos como largometrajes, terminasen
convertidos en cortometrajes. Elsinore despacha el
éxodo judío de Egipto en los nueve minutos y fracción de Los Dos
Mandamientos. En un prodigio de síntesis, aplaudido por los críticos del New York Times, el Washington Post y
el Chicago Herald Tribune,
compendió en 4'34" los noventa y ocho años de la apasionante vida, obra y
genio de Bertrand Russell.
Al año siguiente, acorralado por las deudas, decide
trabajar en una película por encargo. No logra terminar la filmación de Las
doce violaciones del miserable Cardigan de Missouri: fue expulsado por el
productor tras una agria discusión que acabó con éste en el hospital y con J Elwood Elsinore en la cárcel. El
director era tan perfeccionista que filmó veinticuatro veces la escena de la
violación de una adolescente virgen. Pero como, para cada toma, el obsesivo Elsinore requería una verdadera adolescente virgen
desempeñando ese papel, creyó imprescindible emplear y descartar, sucesivamente,
veinticuatro actrices. Cuando se disponía a filmar la vigesimoquinta toma y ya era difícil conseguir candidatas, amenazó al productor con golpearlo
si no le traía a su hija menor.
Elsinore salió de la cárcel recién en 1974. Ya por entonces, se
había convertido en un cineasta de culto; para un pequeño pero fiel grupo de
admiradores, era un genio incomprendido. En el Festival de Cannes del año
siguiente, presentó una película (cuyo guión había escrito mientras estaba en
prisión) que era un explícito homenaje a Alfred Hitchcock y sus filmes Psicosis y Los pájaros:
la terrorífica Psitacosis. Los críticos no se la tomaron muy en serio,
pero a Elsinore poco le importó, porque entre cóctel
y cóctel, se dio el gusto de compartir su lecho con la por entonces muy joven Sharon Stone: un error de la organización del festival hizo
que a ambos se les asignara el mismo cuarto de hotel.
La segunda mitad de la década del setenta halló a Elsinore obligado a sobrevivir haciendo trabajos para
En 1980 publicó un monumental ensayo, de casi 2000
páginas de extensión, en el que analizaba las influencias del Popol Vuh en la
obra de Akira Kurosawa,
llegando a la conclusión de que no había ningún hecho que pudiera sostener
semejante hipótesis.
En 1981 se encarga de la puesta en escena de la
comedia musical Las ruinas de Nueva Pompeya y
Villa Lugano en Broadway. El día del estreno hubo
un problema gremial con los músicos de la orquesta, por lo que Elsinore, de acuerdo con los productores, decidió utilizar
los servicios de un DJ y de un grupo de amigos: el DJ editaba la música y los
amigos del director simulaban tocar los instrumentos. El experimento resultó
bien, pero cuando se solucionaron los problemas con los músicos, Elsinore decidió probar con el DJ y la orquesta sonando en
forma simultánea. ¿Por qué? Porque, por casualidad, el DJ había inventado el scratching: la técnica por la cual se manipula
físicamente la rotación del disco para producir sonidos. La combinación de scratching y orquesta fue un rotundo fracaso: entonces,
la gente no estaba preparada para aceptarla.
Sus últimos trabajos revelan una decidida vocación
experimental: en 1984 se estrena Apocalipsis Galáctico, un extraño collage de fragmentos de, entre otras fuentes, Apocalipsis ahora y La guerra
de las galaxias, obras de sus ex compañeros de estudios Coppola y Lucas. El argumento (hasta donde hay un argumento): un oficial, el capitán Willard (Martin Sheen) es enviado por el Imperio a las selvas de Camboya
con el fin de asesinar a un desertor, Obi Wan Kenobi (Sir Alec Guinness) y así evitar el
triunfo de
En la última escena, el capitán Willard toma el control remoto del televisor, lo dirige al cielo nocturno y aprieta la
tecla de apagado. La luna y las estrellas cesan de brillar. The End. Es el adiós de Elsinore al cine.
Cansado de luchar, Elsinore se casó por interés con una viuda rica y decidió dedicar su tiempo a montar una
empresa de venta de equipamiento para consultorios de dentistas. Se hizo
millonario en pocos años. En una entrevista concedida a Leonard Maltin en 1990, dijo que por fin sentía que era
feliz, y que en realidad, el cine no le gustaba.
J Elwood Elsinore murió en 1993, de una indigestión con caviar. Está enterrado en
[Publicado anteriormente en Quinta Dimensión en noviembre de 2002 y en Televicio Webzine en enero de 2003]
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