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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

EL CUMPLEAÑOS

Nunca habíamos vuelto a ese bar desde que habían cambiado los dueños. La música y la ambientación nos advertían que nos sobraban dos décadas largas para el lugar, pero me habían avisado por WhatsApp que los preparativos para la fiesta sorpresa venían atrasados y que tenía que demorar un rato a Daniel, y este era el bar que nos quedaba más cerca del estudio. Yo pedí un café y un brownie y Daniel se pidió un whisky. Se me ocurrió preguntarle si era hora para empezar a beber.

 

- Que el desayuno abundante, que las seis comidas, que el ejercicio, que evitar el estrés, que las grasas, que el alcohol, que las carnes, que el azúcar, que la cafeína, que dormir bien... Nada agota más que la vida sana – me contestó. Debería haberle respondido que lo que pasa es que “vida sana” es un oxímoron, pero no me habría entendido. Preferí llevar la conversación por el lado de su cumpleaños.
- Hoy cumplís cincuenta años. Cuidate, aunque sea para llegar a festejarlo el sábado. ¿Ya tenés decidido lo que vas a hacer?
- Un asado, algo de eso. Mirá, nunca hablamos, sos mi mejor amigo pero nunca hablamos. El embole que tengo con este cumpleaños no te lo puedo describir.
- Es una edad complicada. Te entiendo, empezás a sentir que te queda menos…
- No, eso no me jode. – Sorbió un poco del whisky, se recostó contra el respaldo de la silla y fijó la mirada en la calle. – Eso no me jode. Desde los cuarenta que tengo claro eso. El embole viene por otro lado. Tengo las bolas llenas de mi mujer y de mis hijos.
Casi me atraganto con el brownie. Si no hubiera sido por la música de porquería del bar, el silencio que hicimos nos hubiera lastimado los oídos. Justo me llegó un mensaje de la mujer de Daniel, Sandra: todavía no había llegado la torta de cumpleaños, “qué informales”.
- Sandra está cada vez más boluda. Le pegó mal la edad, peor que a mí. Pilates, gimnasio, yoga, esos chinos de Internet, cómo es… AliExpress, una máquina de gastar guita. Claro, si no hace una mierda: le sobra el tiempo. Que pruebe comprarse una vida en AliExpress. Todo lo hace Sara, hasta el café a la mañana. Pienso que le pago a una mina para que a la mañana me haga un café y un tostado y me pongo loco. Y los chicos… Los veo cuando me vienen a pedir guita. Los fines de semana casi ni los veo. El otro día hablé cinco minutos de política con la novia de Marcos, boludeces. Así y todo me di cuenta de que es más de lo que hablé con Marcos y con Anita en todo el mes. En todo el mes.
Quise cambiar de tema y miré por la ventana buscando auxilio en la realidad. Pero la realidad nunca ayuda, da Error 404. Ni sé de qué empecé a hablar.
- Calle Almirante Brown, calle Coronel Pringles, calle Deán Funes, calle Intendente Camusso… ¿Para cuándo una calle Proctólogo Raffo, o Capitán Albañil Balmaceda? O Fulero Laciotta, como nuestro cliente, que acordate que una vez fue candidato a concejal. Calle Concejal Laciotta. La semana pasada vino el Fulero Laciotta a traer las facturas de la vinería. Con Marisa decíamos que cómo será de feo Laciotta que el sobrenombre se lo puso la madre.
- Me enteré por la novia de Marcos que se hizo un aborto en setiembre. ¿A vos te parece? No fue capaz ni de decírmelo. Disimulé como pude, pobre chica, cómo va a pensar que el padre no sabe que el hijo tuvo que ayudar a pagarle un aborto a la novia.
- No habrá querido preocuparte. Es buen chico Marcos, como tiene la vida solucionada no tiene mucha iniciativa, pero es inteligente. El otro día le explicaba el aplicativo que…
- Anita anda todo el día de la mano de una compañera del colegio. Todos los mil novios que tuvo eran unos pelotudos, ofertas del outlet de los pelotudos, pero al menos eran chicos. Hace unas semanas que se va a dormir a la casa de esa chica ¿a vos te parece que me dice algo? Le pregunto a Sandra y no sabe nada, no vio nada, habla de la hija como si fuera una mina que sale en televisión. ¿A vos te parece?
Justo entró otro mensaje por WhatsApp. Decía Sandra que había avisado Marisa que no iba a poder ir al cumpleaños. Sandra agregaba de su cosecha que sabía de buena fuente que el chongo que se había levantado el mes pasado en el gimnasio le debería estar dando masa esta tarde como si no hubiera mañana.
Mientras tanto, Daniel ya se había pedido un segundo whisky. Al menos me iba a costar menos retenerlo para hacer tiempo. Se me ocurrió contarle en qué andaba Marisa, la recepcionista del estudio. No me dio tiempo.
- ¿Vos sabés que hace unos meses que me estoy garchando a Marisa, no? ¿Ah, no? ¿Tan pelotudo sos? Pero vos te comprás una muñeca inflable y te sale lesbiana. Como vos decís, se te está escabullendo el quelonio. Y yo que pensé que se habían dado cuenta todos... Bueno, mejor. Desde que nos fuimos a Buenos Aires a cobrar la cuenta de los ingleses. Te metimos el bolazo de que necesitaba que fuera, que necesitaba una traductora. Yo sé más inglés que ella, mirá lo que te digo. Para qué te voy a contar lo que es esa pendeja en la cama si al verla nomás te das cuenta. Qué manera de ponerla ese fin de semana. Enloquecida conmigo la pendeja. Lo duro que tiene el culo, lo rica que tiene la concha… Por poco no me entra en coma la pija. Cincuenta años tengo. Bastante la peleé. Levantamos el estudio bien de abajo, nos bancamos todos los quilombos del país de los últimos veinte, treinta años… Mi viejo siempre me decía, y nunca me lo pude olvidar, mi viejo siempre me decía que su filosofía era que no todo es trabajo en la vida. Qué sabio el viejo. Qué sabio el viejo. Decime ¿no tengo derecho a disfrutar yo? ¿No tengo derecho a disfrutar yo? Escuchame lo que te digo: una vez que pase este cumpleaños del orto me voy a vivir con Marisa. Me separo y que se vaya todo al carajo.
- Daniel ¿no te estará pegando mal la crisis de la mediana edad? Pensalo bien, Sandra te quiere, tus hijos te quieren, Marisa es una chica que tiene la mitad de tu edad, otras costumbres, otra manera de ver la vida…
- No, yo sé lo que te digo, esa pendeja está conmigo. La cara de enamorada que tiene… No, no te rías, en serio, vos no lo ves porque sos un boludo. La seguridad que le da un tipo grande no se la da un pendejo. No ando cartoneando amor. Aparte una pastillita azul y la edad no se me nota, te lo juro. En Buenos Aires la llevé a comer a Puerto Madero, acá vamos al restaurante del Sheraton, nos hemos hecho escapadas de una noche a Tandil o Cariló… No, está muerta conmigo, mirá si me va a cambiar por algún pendejo pelotudo… Che ¿por qué no te dejás de joder con ese celular? Nunca entendí del todo a esos aparatos, son más complicados que la mierda. Son tan complicados que en cualquier momento te dicen que tenés que sacar una licencia para poder usarlos.
- No, nada, viste cómo te acostumbrás a estas cosas y se te hace vicio. Estaba leyendo los resultados de la Liga de Campeones de Europa. Te llevo a tu casa, ya son más de las ocho y con dos whiskies encima vos no estás para manejar. Le avisamos al gallego del garaje que te deje tu auto en tu casa y listo. Dejá que yo pago. ¡Mozo!
El cumpleaños estuvo bueno, fue muy emocionante, Daniel llorando abrazado con la mujer y los chicos. ¡Qué sorpresa se llevó! Gloriosa la cerveza tirada, artesanal. Muy gracioso el animador, el Payaso Aguafiestas. Igual para mí se quedaron cortos con la torta de cumpleaños.